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Como operadores de comercio exterior nos cuesta aceptar respuestas tales como no hay espacio,
estamos excedidos en el cupo, tal o cual naviera levantó su servicio regular, etc...

¿QUÉ TANTO HAY DE CIERTO EN ESTAS RESPUESTAS Y QUÉ PUEDE HACERSE PARA SORTEAR LA SITUACIÓN?

 
 
Convengamos en primer lugar que el fenómeno de la falta de bodega que se está produciendo no es casual, en absoluto, sino que representa ostentosamente lo que en economía se conoce como oferta y demanda.
¿Cómo se expresa el fenómeno en cuestión?, sencillo: cuando la oferta de bodega es superada por la demanda, los precios de la primera suben y el comercio en general paga mayores tarifas hasta que por último, los fletes son tan caros que el comerciante no obtiene beneficios de su contratación. Esta es sólo una parte de la verdad por que no explica cuáles son las razones por las que los fletes suben su precio; si ahondamos un poco en esta cuestión veremos que uno de los factores que concurren a explicarla es la disponibilidad real de bodega.
 
 

Cuando todos los buques y artefactos navales han sido afectados al transporte de mercaderías -el total de la oferta de bodega disponible-, agregar nuevos buques es un proceso que requiere tiempo, por ejemplo el de la construcción de nuevas unidades, lo que demanda en promedio 24 meses dependiendo del tipo de buque de que se trate. Habría que agregar que los astilleros tienen toda su capacidad de construcción comprometida hasta por lo menos el año 2008 y que en enero del corriente ya se habían colocado órdenes de construcción por otros cincuenta y un (51) buques portacontenedores, con un incremento en su capacidad de transporte del 40% (unidades aptas para el transporte de hasta 10.000 Teus).
Así y todo, las líneas navieras estiman que la demanda de bodega continuará superando a la oferta, manteniendo la actual tendencia alcista de los fletes, aunque en forma más moderada.
Frente a esta situación el desafío para los comerciantes es continuar participando e incrementando la colocación de sus productos en los mercados internacionales. Tal vez haya llegado el momento de desarrollar otras estrategias de embarque, aquellas que nos aseguren un lugar en las bodegas hoy disponibles para nuestras mercaderías. La base para estos desarrollos es lograr producir economías de escala suficientes de manera que la contratación de unidades de carga completas (por ej. contenedores de 20') sea lo habitual.

Queda claro que muchos exportadores e importadores no reúnen volumen suficiente para estas operaciones. Planteadas así las cosas, los operadores deberán recurrir naturalmente a los servicios de los grandes consolidadores de cargas que se desempeñan en este segmento del mercado (reuniendo las cargas de gran cantidad de cargadores) y confiar a ellos sus envÌos al exterior.

Para quienes ven en estos Operadores de Cargas a simples intermediarios, bástenos recordar algunas de las características de estas modernas empresas de transporte:

Redes internacionales de representantes.
Aplicación de tecnologías de punta para el seguimiento de los embarques en condiciones “puerta a puerta”.
Grandes tomadores de espacios en bodegas marítimas, aéreas y terrestres.
Personal capacitado y calificado para comprender y asistir a los clientes según las necesidades de éstos.



Como pueden apreciarse, las ventajas que los consolidadores obtienen ante quienes embarcan en forma directa sus propios bienes, pasan fundamentalmente por la capacidad de negociación de éstos frente a los transportistas propiamente dichos.

Queda también claro que los consolidadores operan en el marco de las limitaciones que imponen los mismos transportistas, en otras palabras, si la ruta -desde el punto de vista de la prestación del servicio- no existe, es inútil esperar una respuesta satisfactoria. No obstante, la independencia de los Consolidadores respecto de los transportistas es tal que en muchas oportunidades diseñan rutas alternativas para acceder a destinos que no son los habituales y, en este aspecto, las diferencias entre un Consolidador y un Transportista son abismales; sólo hay que ver para creer.